Cinco secretos sobre los masajes y las caricias
Caricias, mimos, exploraciones minuciosas de los cuerpos, juego de enamorados… Descubre los secretos de un lenguaje sensual que conjugue los placeres.
Para acariciar a un hombre desarrolla el sentido del tacto
A través de los tiempos, el tacto siempre fue el sentido olvidado. El deseo está muy presente en la inmensa mayoría de los gestos que hacemos, pero se queda sólo en eso. Sin embargo, es el primer sentido que se utiliza después del nacimiento. Le aconsejamos siempre a una joven mamá que toque y abrace a su bebé. Algunos estudios demostraron que un niño de pecho alimentado, pero no mimado, se desarrolla peor que un niño de pecho al que se le da de comer en una atmósfera tierna y mimosa. Crecer, en este caso, es adquirir una sensualidad a través del tacto y la palpación.
Una vez adultos, el comportamiento hacia otros se vuelve muy a menudo superficial al nivel de los intercambios táctiles. Es raro ver a personas estrecharse para consolarse o calmar una ansiedad. Hay que llegar a superar este pudor, o hasta esta molestia. Vivimos en una sociedad donde la imagen domina. La vista se hizo como el sentido principal en detrimiento de todos los demás, particularmente el tacto y el olfato. Reinventar el tacto es una experiencia fascinante donde descubrimos nuestro propio cuerpo y el de otros. Cuando los cuerpos y los espíritus están en diapasón, el goce es intenso. Declararse sin palabras es el papel de las caricias.
Crea un universo táctil
Conseguir que tu compañero sea cariñoso es algo importante. Debes, en primer lugar, desterrar las críticas y las quejas aunque encuentres a tu compañero un poco «bruto». Aprovecha todas las ocasiones que tengas para tocarle en otro contextos que no sólo sean el de la sexualidad. Agrúpale la cabeza si tiene tensiones cervicales o afloja sus hombros y su espalda si está estresado y, sobre todo, háblale incansablemente de las virtudes de las caricias, y la excitación que te sugiere el menor contacto con su piel. Moja tus labios, humedece tus dedos, sopla sobre su cuerpo, verás la diferencia.
Una atmósfera agradable
Cada detalle cuenta para que un momento de mimos sea agradable. Piensa en crear un ambiente estimulante para todos los sentidos:
– El perfume: incienso, velas perfumadas, un difusor o un destilador de aceite.
– La temperatura de la habitación: sube el termostato o prepara una colcha ligera para cubrir las partes del cuerpo que no acaricies.
– La música: puede ser dulce o clásica, exótica o de relajación. Guarda al alcance de la mano el telemando para bajar o subir el sonido cuando lo prefieras.
– La luz: ni alta, ni directa. Una iluminación tamizada sería lo ideal.
– La comodidad: amontona cojines, tejidos suaves…, texturas agradables para la piel.
El masaje, un acto de amor
El masaje es una caricia. Su ritmo depende del que lo da, pero también de quien lo recibe. Hay que masajear cada parte de su piel. Dosifica el masaje según las partes del cuerpo de las que te ocupes. El cráneo prefiere los masajes firmes practicados con las puntas de los dedos, a la espalda le gusta la presión de las palmas de las manos, en los brazos da toques muy ligeros.
Alterna la lentitud y la constancia. Dale lengüetazos y golpes de uñas que le produzcan escalofríos tiernos. El masaje no es para hacer dormir a tu compañero.
Las zonas que hay que agrupar y acariciar a un hombre
– Los cabellos, la cara y la nuca:
Las caricias sobre los cabellos del hombre manifiestan ternura y son relajantes. Agrupar, estimular el cuero cabelludo con la punta de los dedos, puede relajar todo el cuerpo y proporcionar una paz total. El hecho de acariciar una cara significa que valoras y admiras a la persona. Sobre la nuca de tu compañero: coloca los dedos por todos los lados de su cabeza, los pulgares en lo alto de la nuca y los meñiques sobre las sienes, y mueve despacio el cuero cabelludo.
– El torso y los pechos:
Puedes pasar una mano, con suavidad y cariño, sobre el torso de tu hombre y luego calmar sus ardores con pequeños besos tiernos. Al busto del hombre le gusta también recibir las caricias de los pechos de su amante.
– El vientre:
Al vientre del hombre se le acaricia como su torso. Sí a las caricias, a los besos golosos o tiernos, a los pequeños mordisquitos pillos. Estate atenta a las reacciones de tu compañero. Para que tus mimos gusten, no endurezcas tus movimientos.